Por Lucy Piper, reportera de medwireNews
medwireNews: Los biomarcadores podrían ser útiles para ayudar a los pacientes con deterioro cognitivo subjetivo (DCS) a comprender mejor la patología asociada a sus síntomas, pero el consenso sugiere que es necesario seguir trabajando antes de probarlos con todos los pacientes.
Este fue el resultado de un debate en el 18.º Congreso mundial de controversias en Neurología celebrado en Londres, Reino Unido, entre Paul Edison (Imperial College, Londres), que se mostró a favor del uso de biomarcadores para pacientes con DCS, y Zvezdan Pirtošek (Universidad de Liubliana, Eslovenia), que se mostró en contra de su uso.
Antes del debate, los delegados estaban divididos por igual, pero al final había una mayoría del 80 % a favor de no realizar pruebas de biomarcadores para todos los pacientes con DCS.
¿Por qué se deben hacer pruebas de biomarcadores?
El argumento de Edison era que la disponibilidad actual de biomarcadores, en comparación con hace veinte años, significa que el personal clínico puede ahora investigar las enfermedades subyacentes de los pacientes que presentan DCS, lo que puede permitirles determinar si los síntomas están asociados a un mayor riesgo de deterioro cognitivo leve (DCL) o demencia debida a la enfermedad de Alzheimer (EA), o por causas no neurodegenerativas, como síntomas depresivos, ansiedad, rasgos de personalidad o una mala salud física.
Entre esos biomarcadores figura la positividad de amiloide en la tomografía por emisión de positrones (TEP) que, según señaló, puede detectarse y cuantificarse en las primeras fases del DCL décadas antes de que aparezcan los síntomas, algo que solamente se puede hacer desde 2004.
De hecho, citó los resultados de uno de sus estudios de 2009 que demostraban que alrededor del 50 % de los pacientes con DCL que presentan altas cargas de amiloide presentarán EA en un plazo de 2 años y el 80 % en un plazo de 3 años, añadiendo que la positividad de amiloide es más habitual en personas de edad avanzada y en aquellas que poseen el alelo Ɛ4 de la apolipoproteína (APO)E, según un estudio publicado en JAMA en 2015.
Entonces, ¿qué significa esto para las personas con DCS? Edison se refirió a un metanálisis publicado en 2015 que mostró que la positividad de amiloide está presente en el 10-44 % de las personas cognitivamente sanas de entre 50 y 90 años, en el 12-43 % de los pacientes con DCS y en el 27-71 % de los que tienen DCL. Se estima que la probabilidad de positividad de amiloide es de dos a tres veces mayor entre los portadores del alelo APOE Ɛ4 que entre los no portadores.
Según él: «Si se observara un alto nivel de amiloide, sabemos que estos pacientes están, por desgracia, en camino de presentar enfermedad de Alzheimer. Lo que no sabemos es en qué momento van a pasar a tener esta enfermedad».
Entre otros biomarcadores figuran la reducción de 18F-fludeoxiglucosa, que es un «biomarcador más funcional», comentó Edison. Esto se correlaciona significativamente con las puntuaciones de la prueba Miniexamen del estado mental (Mini-Mental State Examination, MMSE), así como con las medidas de recuerdo inmediato y la prueba de memoria de reconocimiento de palabras. Y los marcadores del líquido cefalorraquídeo (LCR) β-amiloide 1-42 y tau, el primero de los cuales está considerablemente reducido en los pacientes con EA en comparación con los controles, mientras que el segundo está significativamente elevado, explicó Edison.
Concluyó que, en última instancia, «el paciente elige». Para los enfermos con DCS que desean «comprender mejor los procesos patológicos y las causas subyacentes» de sus síntomas, «están disponibles estos marcadores patológicos».
¿Deberíamos hacer pruebas de biomarcadores simplemente porque se puede hacer?
En defensa del argumento de no hacer pruebas de biomarcadores a todos los pacientes con DCS, Pirtošek apuntó que «una evaluación intensiva de las personas de mayor edad dentro de la comunidad podría desencadenar una crisis sanitaria en los “preocupados”, generando una ansiedad innecesaria en personas que, por lo demás, envejecen con normalidad».
Señaló que el DCS es frecuente, con estudios que sugieren tasas de prevalencia del 50ꟷ80 % entre las personas mayores, que es algo que aumenta con la edad y es inespecífico. Alrededor del 60 % de las personas con DCS empeoran a DCL y EA en un periodo de 15 años, afirmó Pirtošek, lo que significa que «el 40 % restante de [los pacientes] presenta DCS debido a otras enfermedades distintas de la EA».
Identificar el DCS es importante, dijo, ya que «los estudios longitudinales demuestran que sí predice el DCL». Por ejemplo, «en un metanálisis de 28 estudios se demostró que [los pacientes con] DCS tienen el doble de riesgo de progresar hacia la demencia» que los que no la padecen, informó el ponente. También puede afectar al funcionamiento emocional y social y a la calidad de vida en general.
Por ello, Pirtošek coincidió con su oponente en que «es fundamental encontrar métodos sensibles y de bajo coste para la detección precoz de las personas que corren riesgo de demencia de nueva aparición».
Sin embargo, destacó que actualmente no existen evaluaciones ni umbrales estandarizados para diagnosticar claramente el DCS, ya que es algo heterogéneo y se ve influido por numerosos factores. Y aunque se conocen algunos factores asociados a una mayor probabilidad de EA preclínica, como edad de inicio a los 60 años o más tarde, el deterioro subjetivo de la memoria en concreto y las pruebas de biomarcadores, la capacidad para predecir quién progresará y quién no es «incoherente».
En cuanto a los biomarcadores, admite que el DCS está relacionado con biomarcadores clave, como ha comentado Edison, pero las investigaciones actuales son contradictorias y «no hay un patrón claro».
Pirtošek cree que los biomarcadores «son útiles» y deben utilizarse para «la identificación de las causas subyacentes, la detección precoz, el diagnóstico diferencial y la planificación del tratamiento».
Pero subrayó que «antes de precipitarse al uso indiscriminado de biomarcadores en todos los casos de DCS», es necesario investigar mucho más para encontrar los biomarcadores adecuados o mejorar los que ya tenemos, y esto debería ser una prioridad.
Entre las consideraciones clave que destacó figuran los beneficios potenciales frente al coste, el aspecto ético si no hay tratamientos específicos, el problema de los falsos positivos y negativos que conducen a preocupaciones innecesarias o a un diagnóstico erróneo, y las preferencias de los pacientes.
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CONy 2024; Londres, Reino Unido: Del 21 al 23 de marzo